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UNA NUEVA CIUDADANÍA





De acuerdo con el sentido común, ser ciudadano significa pertenecer a una comunidad y además ser acreedor de un conjunto de derechos y deberes frente a las instituciones públicas.

Con respecto a la vida cotidiana, donde las personas se enfrentan a problemas que les afectan directamente, a menudo ser un ciudadano significa algo muy diferente. Significa emprender acciones concretas en la búsqueda de soluciones efectivas a dichos problemas que a diario los afectan.

De esta manera, las personas ejercen la ciudadanía más allá del sentido tradicional. Sin duda, la ciudadanía tradicional es realmente importante y fundamental, pero a diario se enfrenta con dos limitaciones. Una de ellas es ser considerada como un grupo de personas que más que gestionar acciones positivas en pro del interés general, se limitan a votar por un representante que tome decisiones y gestione las acciones pertinentes para aumentar el bienestar social.

En segundo lugar y como consecuencia de la premisa anterior, hay una creencia de que las instituciones públicas son suficientes y bastan para solucionar los malestares sociales.

Sin embargo, las dos premisas mencionadas contienen una serie de errores, ya que, por un lado ha sido demostrado en experiencias a nivel mundial que los ciudadanos y ciudadanas tienen toda la capacidad para poder llevar su iniciativa mas allá de un voto, y por otro lado, frente a la creencia de que las instituciones públicas son suficientes; es importante aclarar que en un país como Colombia, esta premisa ha sido desmentida en repetidas ocasiones; es evidente que el Estado no tiene la capacidad de resolver todos los problemas públicos por sí mismo.

Por lo anterior, es importante que esté surgiendo una “nueva ciudadanía” dispuesta a actuar  positivamente en la búsqueda de la protección de sus derechos. “Hacer ciudadanía es la mejor manera de ser ciudadano”. Ser ciudadanos activos significa tener voz y ejercer poderes y responsabilidades en las distintas esferas donde se estén violentando los derechos de las personas, sin embargo, para tener grupos de ciudadanos como los que se han mencionado, es necesario un despliegue de esfuerzos tendientes a formar y capacitar a las personas, esto con el fin de proporcionarles herramientas y conocimientos suficientes para poder incidir en la vida pública, tal como está consagrado en la Constitución.

El fenómeno de un ciudadano activo, de manera objetiva lo podríamos considerar cuando se asocia con otros para lograr un propósito.

Sin duda, el término “Ciudadanía Activa” se refiere a distintos tipos de organizaciones: voluntariado y asociaciones, grupos de autoayuda, movimientos para la representación y protección del medio ambiente o de los consumidores u organizaciones no gubernamentales de cooperación internacional. Una de las definiciones para este nuevo fenómeno es: “La Ciudadanía Activa es la capacidad de los ciudadanos de organizarse en una variedad de formas para proteger los derechos mediante el ejercicio de poderes y responsabilidades en las políticas públicas para el cuidado de los bienes comunes”.

Así las cosas, es claro que para que exista la Ciudadanía Activa, es necesario contar por lo menos con dos elementos básicos, por un lado, un conjunto de ciudadanos activos que trabajan por una acción organizada y colectiva; por otro lado, que su campo de acción sean las políticas públicas, es decir, los programas para abordar las cuestiones de importancia pública, como Salud, Educación, Transporte, Servicios Públicos Domiciliarios entre otros. Es en esta dimensión práctica y diaria de la democracia, donde la Ciudadanía Activa tiene un papel importante.


Fuente: http://www.pnud.org.co 
Ilustración: http://nueva-ciudadania.blogspot.com





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